Todos somos artistas

Conmemorando el día mundial del arte, Pressenza republica este artículo de 1997.

El amor es una estela sacudiéndose por el viento. Todos sabemos o creemos saber cómo se siente el amor, qué es enamorarse, todos creemos conocer los designios de nuestro corazón, pero en realidad no somos más que marionetas de nuestros sentimientos, esos sentimientos nos manejan a su antojo y nos transforman en seres irreconocibles e, incluso, irreconciliables con la imagen que los demás tienen de nosotros.

No sé muy bien a qué viene todo esto, tal vez sea que hace mucho que no me paseo bajo el sol o tal vez sea que no entiendo un montón de cosas que me suceden e intento explicármelas como inexplicables.

El arte puede ser muchas cosas pero, sobre todo, es amor. Este amor puede ser a muchas cosas, muy dispares, pero el arte como medio de expresión es amor, la comunicación es amor, amor es entrega.

Y volviendo a las transformaciones que producen en el ser los sentimientos y, sobre todo, el amor, ¿cómo no asombrarse ante obras de arte?, ¿cómo no maravillarse con los cambios que demuestran las personas al componer un área maestra, al pintar un cielo lluvioso o al escribir los versos más desesperados? 

¿Cuál es la verdadera persona, la que vive una vida como la de los demás o la que sobresale de todas las demás por su genialidad o, simplemente, por su intención de comunicarse? 

Son dos facetas de la misma persona, una es la persona de todos los días, la que conoce la panadera, la que viaja en subte, la que se come las uñas, la que no tiene tiempo para tomarse un café y mirar la gente pasar, y la otra es la que busca lo que la otra no puede darle, la que busca respuestas a sus preguntas, la que intenta sentir plenamente, la que intenta relacionarse, ¿y qué puede ser eso sino amor?

Por tanto, todo artista es un romántico, un sentimental, alguien que intenta trasmitir algo a los demás y que, a su vez, intenta reconocerse.

Para ser un artista, un romántico no hace falta talento, no hace falta ser un Mozart, un Shakespeare, un Miguel Ángel, para trasmitir amor, para trasmitir los sentimientos y no hace falta escribir libros, pintar cuadros, componer conciertos, sólo es necesario querer comunicarse, querer expresar lo que uno siente, por tanto todos debemos sentirnos artistas, todos debemos poder comunicarnos, ser románticos, andar por la vida con una sonrisa de amor clavada en la cara, porque el amor por uno mismo, el amor por los demás no debe quedar para los talentosos, para los que tienen la posibilidad de crear obras de arte, sino que tiene que ser algo cotidiano, algo constante.

¿Acaso no es arte decir “muchas gracias”? ¿Acaso no es arte la sonrisa de un niño? ¿Acaso no es amor?