Con estas palabras, el presidente Rafael Correa respondió hoy a la pregunta formulada por Pressenza-IPA durante la rueda de prensa sostenida con miembros de la prensa extranjera. La pregunta giró en torno a la nueva matriz productiva y su aporte al sentido que el Presidente Correa le ha dado permanentemente a buena parte de las políticas económicas del gobierno de la revolución ciudadana: el ser humano por encima del capital.

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“No nos engañemos, no habrá política social que perdure en el tiempo, sin una buena base material que la sostenga”, afirmó y explicó, de manera sucinta, cuáles han sido las tres grandes etapas de su gobierno. En la primera el énfasis estuvo en una reforma institucional que permitiera cambiar la relación de poderes y que se  refleja en la Constitución de 2008. En la segunda, el énfasis estuvo en la recuperación de la confianza de la gente y para ello, el esfuerzo se concentró en salud, inclusión social, educación, avances laborales y una gran cantidad de políticas sociales en las que se ha avanzado muchísimo.

Ahora, en esta tercera etapa, es necesario “garantizar la sostenibilidad de esa nueva institucionalidad y de la política social a favor del ser humano, del Estado popular que derrotó, aunque no del todo aún, al Estado burgués”. Correa afirmó que es necesario mirar hacia la base productiva “pero también con humanismo, no como hacia el neoliberalismo: salarios libres, competitiviad en base a la fuerza laboral. No, hay que hacer cosas nuevas y mejores”.

El presidente alertó sobre el peligro del “voluntarismo incompetente”. “El humanismo sin visión, sin técnica, puede llevarnos a catástrofes. Podemos ser humanistas pero muy pragmáticos. No hay política social que se mantenga en el tiempo sin una adecuada base material y esa base material debe también guardar esos rasgos de humanismo”, enfatizó el presidente y sintetizó el sentido de la nueva matriz productiva con estas palabras: “hacer nuevas cosas, mejores cosas, mayor valor agregado, mayores salarios, mejor condición de vida de nuestra clase trabajadora, lograr excedentes sociales para sostener los logros sociales que hemos alcanzado en estos años y garantizar los derechos que establece nuestra constitución y la praxis de nuestro gobierno”.

Al ser interrogado sobre el proceso de negociaciones con la Unión Europea, Rafael Correa afirmó que las negociaciones están en curso y que, como era de esperarse, las dificultades se han presentado en las relaciones comerciales. Este proceso inició con una plantilla más dura incluso que la del TLC y Ecuador resistió a esa pretensión. La Unión Europea ha flexibilizado y por ello hemos vuelto a la mesa pero “tenemos líneas rojas que no estamos dispuestos a cruzar”. Esto es un arte, dijo el presidente, “ni liberar todo para quebrar nuestra economía, ni proteger todo para aupar ineficiencia”.

En relación al Sistema Interamericano de Derechos Humanos el presidente afirmó enfáticamente que es “impresentable que la sede de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos esté en un país que no ha firmado el Pacto de San José. Eso solo tiene un nombre: neocolonialismo”.  Ecuador seguirá diciendo a los cuatro vientos lo que piensa, mantendrá sus principios, “no se trata de perder o ganar, se trata de nuestra soberanía y en consecuencia no excluimos salir de ese Sistema”. El presidente expresó el deseo e interés en que avancen los nuevos procesos de integración, sus organismos y mecanismos porque América Latina ya “no necesita capataces”. Necesitamos espacios propios para procesar y resolver nuestros conflictos, sin “tener que ir Washington a discutirlos”.

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Por otra parte, Rafael Correa reconoció que en este momento sí hay tensiones en la relación entre Ecuador y Estados Unidos y afirmó que, desde su punto de vista, hay una política torpe desde este país hacia América Latina y, en especial, hacia los gobiernos progresistas. El presidente criticó duramente la utilización de fondos de cooperación de USAID (agencia que no continúa ya trabajando en Ecuador), los atentados al derechos internacional y a los derechos humanos, las prácticas de espionaje y, en suma, la doble moral en la política internacional:“nosotros no claudicaremos en nuestros principios, si eso tensa las relaciones con Estados Unidos, qué pena“.  En un tema vinculado, el presidente Correa confirmó que cuenta ya con el informe de la presencia de militar en la Embajada de Estados Unidos y sobre su número (cerca de 50) y que el gobierno de Ecuador está tomando medidas al respecto. Por otra parte, el presidente informó que el gobierno ecuatoriano no obtuvo ninguna explicación por parte de la Embajada de Estados Unidos en el país en torno a la participación de la CIA en el ataque a Angostura, pues se trataba “de un tema de inteligencia”, otro elemento que ha tensionado las relaciones bilaterales.

En relación con otros temas, el presidente hizo un balance positivo del impacto de la campaña “La Mano Negra de Chevron en Ecuador”, al tiempo que precisó los múltiples obstáculos que se continúan enfrentando para que esta compañía responda por el daño ocasionado en la amazonía ecuatoriana; se refirió a la elección del Papa Francisco como “una gran esperanza”; tocó el tema del asilo de Julián Assange y su situación afirmando que la solución solamente está en manos de Gran Bretaña o de Suecia; la cooperación recíproca con Cuba fue un tema altamente valorado por el presidente Correa. En relación con el narcotráfico el presidente Correa admitió el fracaso de las estrategias de lucha que se han llevado adelante y la necesidad de analizar todas las alternativas.