Conversación coral con el blog «Al final de la asamblea» sobre la potencia de la escritura para contar la realidad en movimiento de la crisis. 

Pier Paolo Pasolini decía que los periodistas e intelectuales que trabajan contando y pensando la actualidad están pendientes exclusivamente de lo que hacen los políticos y los poderosos. “Viven en Palacio”, decía el intelectual italiano y director de cine, “sólo lo que pasa ‘dentro de Palacio’ les parece algo digno de interés y de atención, lo demás es minucia, hormigueo de gente, cosas informes, de segunda categoría. Ser ‘serios’ significa, al parecer, ocuparse de los que viven en la cúspide. De sus intrigas, de sus alianzas, de sus conjuras, de sus fortunas y, por último, también de su modo de interpretar la realidad que hay ‘fuera de Palacio’; esa realidad enojosa de la que en último término depende todo”.

Esto es algo que no ha cambiado mucho en los últimos cuarenta años: miramos todo el rato fijamente hacia arriba, hacia el poder, descuidando demasiadas veces la vida que tenemos a los lados. Si uno intenta seguir y entender lo que pasa dentro de los movimientos de la crisis -las mareas, la indignación de los funcionarios, los asedios al congreso o los desahucios- no hay muchos buenos lugares donde hacerlo. Hay meta-análisis o análisis a posteriori de opinadores, sociólogos y filósofos, pero poca narración de lo vivido, poco reflejo de las palabras de la calle, de las palabras anónimas que se dicen en los propios acontecimientos.

Desde su nacimiento hace ya más de dos años en la plaza tomada de Sol, el blog colectivo ‘Al final de la asamblea’ se propuso desplazar la mirada fuera de Palacio hacia la sociedad en movimiento: profesores, médicos, perroflautas, bomberos, jueces, policía, gente cualquiera. Mediante un excepcional trabajo de escucha y escritura, a contracorriente de los modos instrumentales de acercamiento al presente ya sean mediáticos o políticos, ha registrado y narrado desde dentro las acciones y las voces de la gente anónima que vive y piensa fuera de Palacio, convirtiéndose muy pronto en una referencia imprescindible y una importante contribución a la autonarración de esa “realidad enojosa de la que en último término depende todo”.

Álvaro, Pepe y Rodrigo son tres de las quince personas que forman el no-grupo que da vida al blog, quince voces en conversación constante y a la vez singulares y diferentes (1). 


¿Cómo surge “Al final de la asamblea”?

Álvaro: La primera entrada es del 12 de septiembre de 2011. Es decir, a la vuelta del verano de la acampada en Sol. Un grupo de personas que nos habíamos conocido en la plaza empezamos a sentir por entonces la necesidad de otro tipo de voz y de otro tipo de fórmula de reunión.

Pepe: Había asambleas, grupos de trabajo, colectivos políticos… Pero nos faltaba otro tipo de lugar para hablar y también otro tipo de palabra, quizá algo menos funcional y orgánico. De ahí salió lo que llamamos el “no-grupo” (un espacio a medias entre la pandilla de amigos y el colectivo político) y su blog “Al final de la asamblea”.

Rodrigo: En las asambleas no veíamos la posibilidad de decir algunas cosas o no veíamos que ahí fuesen algo pertinente. El nombre del blog se refiere a eso: las cosas que quedaron pendientes por decir en la asamblea, aunque la asamblea fuese el lugar que las propiciaba.

Las voces de los anónimos y las voces con altavoz

¿Qué voz echabais a faltar en la esfera pública y qué tipo de voz indagábais en el blog?

Pepe: Nos faltaban las voces de los anónimos. Es decir, las voces que escuchamos todos los días en las plazas, las calles, los bares… en la vida, vaya. Los anónimos no se animan muchas veces a escribir, bien porque no le dan valor a su palabra, bien porque no quieren sobresalir y romper el anonimato, pero en todo caso sus voces no se hacen públicas. En el blog hay un esfuerzo constante por recoger esas voces y esas conversaciones.

Álvaro: Una preocupación común desde que estábamos en la plaza era aprender a decirnos. Porque saber decirnos y contarnos también es parte de la batalla. Nadie puede negar que somos miles de palabras, en cada marea, en cada plaza, etc. Pero las traicionamos, no conseguimos que fluyan, si es que eso es posible, sin que vengan encorsetadas por las fórmulas hechas, por las palabras autorizadas o con pedigrí político o periodístico: revolución, proceso constituyente, estallido social, etc.

Pepe: En el blog, quien escribe suele recoger voces que también narran y cuentan aunque sea oralmente. Esas voces no suelen tener lugar en un periódico. Se habla con los portavoces, se citan los comunicados, se requiere la opinión de expertos o intelectuales, es decir, hablan los que tienen un discurso armado, pero no la gente cualquiera. No nos interesa la palabra oficial o las voces con híper-voluntad de voz, que dicen sin parar lo que hay que hacer y lo que hay que pensar, sino más bien esas voces anónimas que quedan tapadas.

Es muy curioso, señaláis un defícit de palabra justo cuando más palabra hay, cuando más personas están escribiendo, leyendo, publicando, conversando y discutiendo, por ejemplo en los blogs y las redes sociales (pero no sólo).

Álvaro: No podemos saber si esas palabras que nos faltan están por ahí en las redes sociales o no, quizá sí y no las hemos encontrado, pero en todo caso detecto una gran violencia de un modo de decir sobre otros. Hay un pudor en las palabras sencillas, en las palabras de lo que se vive, que se ven humilladas o amenazadas todo el tiempo por las palabras grandes, formales, las que dicen los partidos, los sindicatos o los machos alfa del discurso (opinadores, sociólogos, filósofos…). Hay palabras que quedan aplastadas porque el mundo oficial dice que esas palabras no valen nada, que no son políticas o que no son la verdad de lo que pasa porque la verdad es un flujo económico que sólo pueden analizar los expertos, etc.

Pepe: Y sin embargo las palabras que tienen incidencia en la realidad son precisamente esas. Cuando surgió desde abajo, la marea blanca dijo “esto no es política, es sentido común”. A mí me podía chirriar que dijeran eso, pero eran sus palabras. Y sin esas palabras nunca podrían haber movilizado a tanta gente, ¡incluso del barrio de Salamanca! Las palabras que movilizan a tanta gente distinta no son precisamente las las palabras políticas codificadas. La marea blanca ha comunicado desde sus propias palabras y por eso ha impregnado tanto.

Álvaro: Lo que está pasando es justamente eso, pero nos cuesta hacernos cargo de la desnudez de las palabras sencillas. Hay un acogotamiento cuando se pasa al plano del discurso, de la representación. Por eso quizá nos faltan descripciones de lo que se ha vivido dentro de las movilizaciones de la marea blanca o la marea verde. Tenemos todos los análisis del plan Lasquetty que queramos, todas las denuncias de los recortes en educación que hagan falta, pero brillan por su ausencia los relatos de la experiencia subjetiva que ha tenido tantísima gente en las mareas.

Tocar la realidad o despegar

¿Y por qué es tan importante perseguir y registrar esas voces anónimas, esas palabras sencillas, esas voces sin altavoz?

Pepe: Porque son la realidad. Si vas a la marea blanca, a un bar o al mercado, lo que te encuentras es eso, no un comunicado de la UGT. Si sólo lees los comunicados u opiniones de las voces con altavoz no te enteras de nada.

Álvaro: Contar lo que ocurre y no se ve ni se cuenta nunca es una forma de periodismo y de relato. Pero “Al final de la asamblea” es en primer lugar un blog político. Un blog político, eso sí, sin discurso político. La única forma de que eso se pueda dar es decidiendo que lo político es lo que pasa sin estar vertebrado en un discurso político. Es la decisión -implícita, espontánea- que sostiene la actividad del blog. Lo político es lo que pasa sin emitir un discurso político articulado: voces anónimas, vidas tocadas, gestos insumisos.

Rodrigo: A mí me parece que la forma más segura de estar en lo político es tocar, estar todo el rato tocando la realidad. Pero, desgraciadamente, el gesto político más habitual es el contrario: despegar de la realidad, enunciar discursos que dicen lo que hay que hacer, lo que tiene que ser, lo que hay que hacer, lo que tiene que ser… ¡Pero lo que está siendo no está de más! Es muy político y además muy seguro, porque está pasando, entonces vas agarrado a eso.

En los relatos del blog hay una mezcla de contar lo que pasa y dar qué pensar.

Rodrigo: El texto de “La chispa puede ser cualquiera”, sobre la experiencia de acampada de los chicos de “Los inviernos al Sol” entre febrero y marzo de 2013, es un buen ejemplo de esto. No juzga a los chicos ni dictamina lo que deben hacer, sino que dice “esto está sucediendo”. Y encuentra en eso que está pasando un concepto político fortísimo, como es el de “resistencia líquida”, la forma de los chicos de resistir a la policía sin ofrecerles un blanco duro.

Pepe: No hay un concepto utilitario de la escritura, no vendemos soluciones, pero sí proponemos imágenes, metáforas y (nos) hacemos muchas preguntas.

Álvaro: ¿Por qué hacer preguntas? No es un gesto retórico o narrativo. No se trata de jugar a hacer el Sócrates. Puede ser soberbio hacer tantas preguntas (o muy posmoderno). El tono del blog imita el tono de nuestro tiempo que es blando. La relación con las cosas y con lo político es blanda: no hay figuras duras, no hay programas, no hay conceptos claros, no hay representaciones fuertes. La realidad está llena de preguntas. Las gentes se ponen, tentativa y dubitativamente, a hacer cosas. La pregunta entra muy bien en el orden de los tiempos.

Narración de las potencias y potencias de la narración

En el blog no suele haber entradas ensayísticas o análisis, sino sobre todo narraciones. ¿Por qué la narración para captar esa realidad blanda?

Álvaro: Hay de todo, eh. También análisis más o menos sesudos, entradas más panfletarias, hojitas de ánimo, relatos de ficción o vídeos de agitación. Yo daría un brazo por saber hacer música, pero no sé. Escribir tampoco, pero puedo escribir.

Pepe: Cine, fotografía, música… La clave común es contar una historia. La realidad en los últimos dos años y medio se ha acelerado tanto y es tan increíble, que necesitamos contarla para creérnosla. Contárnosla, en primer lugar, a nosotros mismos. Una pequeña historia puede ayudarnos a procesar y dar un sentido a tantas imágenes y experiencias aceleradas como estamos viviendo.

Rodrigo: Lo que pasa es, antes que nada, un hecho físico, no un debate intelectual. Pasan cosas y hay que contarlas, luego vendrá el análisis. Los relatos son las fuentes primarias, captan los detalles sin los cuales no se puede interpretar bien la realidad.

Álvaro: El blog se caracteriza por no tener discurso, por ser tan blando como la realidad, pero también por ser feliz, el tono son las potencias y las positividades. Es una elección importante: hacer la descripción de lo que podemos y no de lo que no podemos; en la vida se puede elegir lo contrario y es bien habitual, la elección de la impotencia. No hay discurso y, por tanto, no hay crítica de la realidad. ¿Desde dónde dices tú lo que le falta a la realidad? De hecho, cuando en una entrada hay crítica, el interlocutor no suele ser la realidad, sino las otras voces que le dicen a la realidad lo que debe ser, las voces que nos meten ansiedad repitiendo “el gobierno debería caer ya, todo el mundo debería salir a la calle ya”, debería, debería.

Pepe: Muchos post son cartas de amor más que análisis críticos, cartas de amor a la marea blanca, a los chicos de “Inviernos al Sol», a los rebeldes de Gezi en Turquía, etc.

Agarrar la realidad a contraprisa

¿Cómo aferrar con la escritura esa realidad acelerada sin caer en los modos del periodismo “de última hora”?

Pepe: Hay que aislarse de la velocidad. No escribimos a diario, para eso están los periódicos y los hashtags. Puedo contar algo que he vivido más tarde.

Álvaro: El tiempo pasa y nosotros con él, el blog va al paso del tiempo pero en una perspectiva lenta. Es un poco paradójico esto. La urgencia caracteriza más lo superficial de lo que pasa. El blog se fija en cosas pequeñas que en el fondo son un lastre para la urgencia. Vamos a contraprisa.

Rodrigo: Pero sí ha habido cosas que se han escrito al paso de los acontecimientos. Las entradas sobre la marea blanca, por ejemplo. Yo se las reenvié a las compañeras de mi hermana enfermera que estaban encerradas en el Hospital del Henares, se reconocieron en el relato y les dio mucha alegría la narración de sus potencias, frente al pesimismo omnipresente que repite todo el rato “no vamos a conseguir nada”. Estaba contado justo en su momento, ni antes ni después. Y por eso tuvo sus efectos benéficos.

Gotas sobre la arena

¿Qué efectos buscáis con el blog, qué puede aportar la escritura a la política?

Álvaro: La realidad no cambia porque hagas una entrada en un blog. Pero se hace y se deshace a través de voces. Creo en el poder, aunque sea milimétrico, de las palabras compartidas. En ese sentido, la escritura es una forma más de militar. Puede afectar a la realidad en el orden de la gota sobre la arena.

Pepe: Las historias son poderosas y se hace política con ellas. Los políticos lo saben bien, cada uno cuenta la suya. La de Bush hablaba de “born again” (renacimiento) y la de Obama, de cambio. Es todo el rollo del storytelling. El mensaje de Rajoy de que “hemos vivido por encima de nuestras posibilidades” es otro relato. Podemos construir otras historias, nuestras historias.

Rodrigo: La entrada que narraba un gesto positivo de un grupo de policías durante las navidades pasadas tuvo en un par de días más de sesenta mil visitas, ¡muchísimas de ellas de los mismos policías! Fue algo increíble, un activista del 15-M contando algo así, rompía todos los esquemas. Un poco más tarde, cuando un dispositivo policial intervino para desalojar la acampada de los chicos de los “Inviernos al Sol”, el jefe hablaba con los que estábamos allí y se justificaba. Había leído aquella entrada y de algún modo eso hacía que no estuviera frente a un enemigo de piedra, sino frente a alguien que te mira con unos ojos ante los que te tienes que justificar. Había una mirada reflexiva sobre sí mismo… y un poco de vergüenza.

Pepe: Es muy difícil entender al otro. Incluso en las propias conversaciones de bar con los amigos cuesta entenderse. Pero la literatura consigue muchas veces ese efecto: ponerte en el lugar y el cuerpo de otro. A través de la escritura hemos conseguido comunicar e interpelar, no sólo a los compañeros activistas del 15-M con los que compartimos códigos, sino a realidades más heterogéneas como la marea blanca ¡o la mismísima policía!  

¿Un lenguaje del 99%?

Pero la realidad es diversa, compleja, fragmentada… ¿Se puede llegar a todo el mundo, hay un lenguaje universal, un lenguaje del 99%? ¿Cómo es o cómo podría ser, qué escritura es necesaria para registrar esa multiplicidad de voces en su singularidad? ¿Sería un lenguaje directo, sencillo…?

Pepe: Un lenguaje del 99% no sé lo que sería, pero sí sé lo que no es. El comunicado militante, los esteteotipos periodísticos, los códigos autorreferenciales de las distintas capillas intelectuales o políticas, etc. Un lenguaje del 99% no es un lenguaje donde ya está el 99%, sino donde podría estar. No un mínimo común denominador, sino un agregado (no nivelador) de voces.

Rodrigo: Me intriga la sola posibilidad de que eso exista, un lenguaje donde pueda caber tanta gente. Yo creo que un lenguaje del 99% sería sobre todo un lenguaje donde se licúan los estereotipos de lo que la gente piensa y es, un lenguaje apto para narrar los cambios de subjetividad, un lenguaje de lo inesperado e imprevisible.

Álvaro: El 99% es una virtualidad, una apuesta a que existe algo así. El lenguaje del 99% es escribir con esa virtualidad en la cabeza, “como si” tu mensaje pudiera ser recogido por cualquiera. No sé si se traduce en claridad, en sencillez o en qué, pero consiste en tener en cuenta eso. Te haces cargo de que ese señor desconocido del metro se llama 99%.

Anónimo y encarnado

¿Por qué el anonimato del blog?

Pepe: Tampoco hay fijación con eso, he publicado en otros sitios con mi nombre algunas entradas que primero se habían publicado en el blog. Pero cuando tú escribes lo que has escuchado a otros, lo que has pensado con otros, robando aquí y allá conceptos y expresiones, no firmar es más colectivo que poner tu firmita o copyright, ¿no?

Álvaro: No creo que los tiempos sean de yoes y de firmas. A mí personalmente me horrorizan, pero independientemente de lo que a mí me parezcan creo que el anonimato se hace cargo mejor de los tiempos. Yo no quiero ser yo, ni tener ninguna participación como yo en ningún caso, sino como nosotros. No me entiendo a mí mismo sentado en mi butaca y diciendo “porque yo”… ¿Pero quién soy yo? Yo no soy nadie.

Rodrigo: Es también quitar un poco de autoridad, si lees algo que no está firmado por nadie que reconozcas te lo puedes apropiar más tú.

Pepe: A menudo vamos a leer firmas que ya sabemos que nos dan la razón y nos cerramos un poco. Lo importante es lo que se escribe y no quien lo escribe, en ocasiones puede ser mejor no saber de quién es. Los textos son anónimos pero se difunden mucho porque hay personas con nombres y apellidos en los que se tiene confianza que los sugieren en las redes sociales. Así que es un modelo mixto.

Álvaro: Las palabras del blog no son abstractas, no están escritas desde fuera ni desde arriba, sino que están profundamente implicadas y encarnadas… pero en lo anónimo. A veces se necesita saber quién dice lo que se dice, hay campos de escritura que así lo requieren, pero aquí hay un aterrizaje muy directo en la realidad, se recogen distintas voces, no se necesita la firma para que sean palabras creíbles.

¿Escribíais antes del 15-M? ¿En qué ha cambiado el 15-M vuestra manera de escribir?

Pepe: Yo escribía, pero publicaba poco. Ahora con los blogs es más fácil pasar por encima de las jerarquías editoriales que decretan qué sale y qué no sale. Lo puedes hacer tú mismo y además sabes que hay redes ligadas al 15-M que van mover y a dar difusión a lo que escribas, hay mucha  gente atenta y a la escucha, un público nuevo.

Rodrigo: Ha habido entradas en nuestro blog con visitas que ya quisiera un medio profesional. Y nuestro caso no es el único, fíjate por ejemplo “Madrilonia”. Un grupo de amigos monta un blog y tiene muchísimas visitas, atención, cierta influencia. Es buenísimo.

Álvaro: Creo que lo que ha cambiado es la responsabilidad. Igual que en la opinión política o el pensamiento. Ya no se trata de esgrima o estética dialéctica. Cuando hay carne en el asador, cuando apuestas con la vida, entonces la reflexión es comprometida y las decisiones no son azarosas, sino que te juegas algo. Eso lo cambia todo.

Pepe: Hay una apertura a partir del 15-M que aún no se ha cerrado. Y no se sabe muy bien hasta dónde puede llegar. Esa apertura implica hacer cosas sin saber muy bien adónde vamos. Hay mucho de echarse a andar y ya veremos. Escribir y hacerse preguntas es una manera de vivir esto.

(1) El no-grupo que alimenta «Al final de la asamblea» tiene también una importante dimensión de acción pública y está detrás de campañas de guerrilla comunicativa como Escudo antimercados, Cajero electoral, Encaralabanca, Exlandia o la breve reaparición de la placa con la inscripción «Dormíamos. Despertamos. Plaza Tomada» en noviembre de 2011

Del Blog Interferencias