[media-credit id=20 align=»alignleft» width=»300″]AndreUNR[/media-credit]La licenciada Andrea Novotny de la Copehu (Corriente Pedagógica Humanista Universalista) fue invitada por la Cátedra Libre de la Paz de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) como disertante en la charla-taller «La visión educativa desde la Pedagogía de la Intencionalidad». La exposición tuvo lugar el pasado jueves 7 de noviembre en la UNR en el marco del Programa Interdisciplinario de Investigación sobre Integración Latinoamericana. 

Exposición brindada por Andrea Novotny:

 

Una frase que se escucha a diario, en muchos lugares, hasta en casi todo el mundo y en casi toda ocasión en que se reúna gente interesada en la educación es: “la educación está en crisis”.  Parece ser una sentencia unánime, todo el mundo la comparte.

Se evidencia, y en aumento, la violencia que se vive diariamente en las escuelas. No sólo nos referimos a una violencia física, viendo como ejemplo más común las peleas entre los niños, sino también a una forma de violencia psicológica, religiosa, moral. Hoy en la escuela se vive una situación de incoherencia entre el discurso y la praxis escolar cotidiana.  En el discurso se difunden los valores de libertad; solidaridad; respeto mientras que en la acción se presenta  el autoritarismo, la discriminación y la falta de respeto. Todo conocimiento es impuesto; los alumnos son etiquetados de acuerdo a su “nivel de inteligencia” y se fomenta la “competencia” por medio de los resultados de las evaluaciones; se evidencia el aburrimiento por la falta de interés en los contenidos y se denota la pérdida de sentido del para qué educar. Entre los mismos alumnos compiten para ver quién es el “mejor alumno”. Entonces ¿dónde está la libertad? ¿Dónde está el buen trato y la comunicación? ¿Dónde está la solidaridad? ¿Dónde está la creatividad? ¿Dónde está la construcción colectiva del conocimiento? Frente a esta situación, que se agrava cada día más, resulta claro y relativamente consensuado que la escuela no responde hoy a las nuevas demandas, que tiene que ver con un mundo que ya no existe. Queremos decir que, a diferencia de lo que hasta hoy ha sido considerado por la psicología y pedagogía tradicionales, el niño no viene al mundo como una hoja en blanco, como un disco duro vacío al que hay que llenar y formar para que sirva a un determinado sistema o modelo de sociedad y ser humano, que se presupone son los correctos. Por lo tanto, para nosotros la educación debe ser urgentemente transformada y de manera profunda.  Las nuevas generaciones están esperando ser escuchadas.

En este sentido, surge la CoPeHU (Corriente Pedagógica Humanista Universalista), un movimiento pedagógico inspirado en el pensamiento del Nuevo Humanismo de Silo, portador de una nueva concepción del ser humano y la conciencia. Es nuestro concepto fundamental el de aprendizaje intencional desarrollado en la producción “Aportes para una teoría y práctica del aprendizaje intencional (en un contexto latinoamericano). En él decimos: “concebimos a la conciencia humana como activa, abierta al mundo para transformarlo, en permanente búsqueda intencional constituyéndose dinámicamente por actos en busca de objetos que los completen, siempre con un interés”. Es decir, no existe la conciencia en sí, estática, ni como caja que hay que llenar, ni como esponja que absorba. La conciencia siempre tiende a algo, desde el más mínimo gesto de buscar un vaso de agua cuando siento sed, a la búsqueda de pareja, la lucha por un ideal, hasta la búsqueda suprema de inmortalidad. Distinguimos, a su vez, gradaciones en la intensidad de la apertura al mundo, de ese ser intencional de la conciencia hacia el mundo. Comenzando por la simple y fresca curiosidad humana, y la atención hacia un mundo externo pleno de estímulos interesantes de ser atendidos, pasando por los gustos o tendencias más personales hacia determinados aspectos de la vida, temáticas o actividades, la Vocación por determinada profesión o modo de aplicación social; hasta llegar al grado más intenso, sentido y profundo de la propia Misión en el paso por este plano de existencia.

Estamos convencidos  que cada ser humano llega al mundo con una Misión, irrepetible e intransferible, en dirección humanizadora. Desde esta perspectiva es clave el ámbito que la sociedad disponga para facilitar el aprender y la realización de tal misión personal en función social.  Nos estamos refiriendo a una nueva concepción puesta a disposición de las nuevas generaciones, inspirados constructores de la nación humana de los nuevos tiempos.

Entonces nos preguntamos, ¿cómo ir entrenando esta actitud adecuada, que podría ser la de disponer del mejor ámbito y condiciones posibles para ayudar a ese ser humano que llegó a este mundo a realizar su Misión?

En este sentido, en relación a la preparación de los ámbitos y condiciones adecuados,  es que quisiéramos dar a conocer las llaves del aprendizaje. Llaves porque permiten abrir puertas, pasar de un estado mental a otro, operando como facilitadoras  para que “lo nuevo” ocupe su espacio. Es decir,  ir implementando nuevas formas de estar en el ámbito educativo. Son 5  llaves : aprendizaje y atención, aprendizaje y afectividad, aprendizaje y buen humor, aprendizaje y ambiente y por último aprendizaje y dialéctica generacional. Es muy importante considerar que aquello que se va a aprender debe ser del interés del aprendiente, por cuanto ese será el “motor” que dinamizará todo el proceso. Y finalmente, la actitud más adecuada del adulto que ayuda en este proceso será la de acompañamiento, compenetración y referencia, intentando siempre favorecer un ámbito donde se valore la práctica de la atención distensa, la libre expresión y se abran puentes de comunicación intergeneracional directa.

Nos estamos refiriendo a la creación de ambientes de aprendizaje  que deberían contar con una atmósfera cálida, estimulante, no amenazante, en la que se destaque el buen humor. Comentaremos a continuación algunas llaves, para no ser demasiado extensas en nuestra presentación.  Claro que en el Libro “Pedagogía de la  Intencionalidad” pueden encontrar la descripción detallada de cada una de ellas.

“Aprendizaje y afectividad”. En relación a esto, los estudios realizados en los últimos años por investigadores de las neurociencias ( en nuestro país por ejemplo por el Instituto Leloir, citado en los aportes) han comprobado la clara influencia de las emociones positivas en el buen desarrollo del hipocampo, más precisamente, en la producción de nuevas neuronas, pues el hipocampo es la única parte del cerebro que continúa produciendo neuronas. La importancia de climas emotivos positivos en el proceso de aprendizaje, ya que en general, es claro que “ se memoriza y evoca mejor en climas amables y agradables”, que los datos se graban siempre junto al contexto situacional emotivo del momento. Es claro que la emocionalidad opera como un conector que facilita o dificulta ese flujo de asimilación de lo nuevo. Pareciera obvio, pero la educación tradicional nos muestra que no lo es, resaltar la diferencia del proceso de aprendizaje si se realiza en un ambiente amenazante o en otro acogedor; si se aprende por obligación o por agrado; si aprender es algo grave o divertido, etc.. Y será el pedagogo quien tenga la responsabilidad de generar los ámbitos con las afectividades emocionalmente favorables para el mejor aprendizaje.

¿Y de esto uno tiene experiencia, no? Si nos tomáramos unos minutos para evocar situaciones en las que he aprendido algo nuevo en climas agradables, ¿qué sensación viene relacionada con este momento de aprendizaje? ¿Es un registro que me reconforta? ¿Cómo podría describirlo? ¿Quisiera que se volviera a repetir? Como adulto, ya sea porque soy educador, padre/madre qué cosas hago cuando verdaderamente quiero que el otro aprenda, ¿cómo me dispongo para que así sea?

También, nos encontramos con la llave de “Aprendizaje y diálogo generacional”. Aquí el concepto fundamental es el de “paisaje de formación”, Leemos en la pág.25: “La ubicación personal en cualquier momento de la vida se efectúa por representación de hechos pasados y de hechos más o menos posibles en el futuro, de suerte que cotejados con los fenómenos actuales, permiten estructurar lo que se da en llamar la “situación presente”(…) “Cuando se habla de paisaje de formación se hace alusión a los acontecimientos que vivió un ser humano desde su nacimiento y en relación a un medio.” (…) El paisaje de formación actúa como un “trasfondo” de interpretación y de acción, como una sensibilidad y como un conjunto de creencias y valoraciones con los que vive un individuo o una generación.” En general, las generaciones adultas han intentado y siguen intentando hasta hoy imponer su paisaje sobre las más jóvenes, por el arrastre psicológico propio del paisaje de formación y la intención, más o menos conciente, de perpetuar el orden vigente; pero en un momento de inflexión como el que estamos viviendo, este desencaje temporal se convierte en abismo. Se hace entonces necesario abrir el diálogo generacional y convertir la primacía adulta del proceso educativo tradicional en un proceso compartido donde todos aprendan simultáneamente; en este sentido pueden ser de gran utilidad los temas de paisaje, mirada y paisaje de formación. Un paisaje de formación que ha gestado una sensibilidad particular, correspondiente a los primeros años de vida, vinculada a un mundo que no hemos elegido y que ya no existe, pero que podemos cambiar.

Nosotros, cuando estamos frente a un aula podemos ver cómo se dan estos eventuales choques de paisajes. ¿Lo han notado? ¿cómo se sienten? ¿Les gustaría que fuera de otra manera? Si el adulto es quien toma la iniciativa, si genuinamente muestra su intención de comprender el paisaje de la nueva generación, puede operar como una acción ejemplar que abra también a los jóvenes a una mejor disposición de diálogo, rompiendo esa actitud reactiva y confrontativa común en el aula y generando, por el contrario, un espacio de “encuentro entre generaciones”.

Así, llegamos a una definición fundamental del nuevo paradigma: “Educar es básicamente habilitar a las nuevas generaciones en el ejercicio de una visión no ingenua de la realidad de manera que su mirada tenga en cuenta al mundo no como una supuesta realidad objetiva en sí misma, sino como el objeto de transformación al cual aplica el ser humano su acción.” Para lo cual es imprescindible incorporar estos conceptos siloístas de paisaje y mirada, tanto por parte de niños y jóvenes, como de los adultos que participan del proceso.

 

Otro aspecto que nos interesa destacar, es el tema de la espiritualidad. Uno de los grandes aportes de Silo al salto evolutivo que estamos transitando, además de su filosofía, su psicología, su concepción de la no-violencia activa, ha sido la horizontalización del contacto con lo Sagrado y la internalización de las referencias, de comportamiento y existenciales en general. Al impulsar, con su Mensaje, una espiritualidad sin intermediarios ni jerarquías donde todo ser humano puede conectar, en su interior, con lo Sagrado, lo Innombrable; donde cualquier persona puede participar y oficiar un ceremonial con sólo disponer del texto y hacerlo con el mejor corazón, creando así el ámbito para sintonizarse, colectivamente, en los mejores sentimientos de paz, fuerza y alegría, e irradiar Bienestar hacia los seres queridos. Todo esto, independientemente de las creencias, religiosas o ateas, de cada uno. Luego Analía nos compartirá la experiencia que venimos teniendo con los niños y jóvenes en este sentido.

Por último y  para ir cerrando, nos parece importante el tema de los niveles de conciencia; según la psicología de Silo: sueño, semisueño, vigilia y otros posibles. En la etapa de 6 a 11 años (pág.29 de los Aportes para el aprendizaje intencional), decimos: “importa facilitar una adecuada valoración de los diferentes niveles de conciencia por los que transitamos cada día. La comprensión de los sueños como una actividad vital de gran importancia tanto para la integración de contenidos cotidianos, cuanto, muy especialmente, por los sueños inspiradores capaces de aportar respuestas buscadas o significados valiosos y de motivar decisiones existenciales claves. También tienen su importancia el nivel de semisueño, para las comprensiones e inspiraciones de distinto tipo; la vigilia como nivel de máxima reversibilidad y conexión con el mundo externo; y la posibilidad de niveles superiores de conciencia, accesibles no sólo espontánea, sino también intencionalmente.”

Estamos considerando aquí a la inspiración como una fuente especialmente valiosa de aprendizaje. Al referirnos a los diferentes grados intencionales del aprendizaje, en la pág. 19 distinguíamos: “Desde la simple grabación de lo percibido por sentidos, por el hecho de registrar fenómenos, externos o internos; y de allí en adelante, el aprender imitando, el aprender haciendo, el aprender jugando, el aprender enseñando, el aprender intercambiando, el aprender investigando, el aprendizaje por inspiración, hasta llegar al grado supremo del aprender sin límite, como modo de existencia ligado al Sentido trascendente de la vida.”

Lo que hemos esbozado hasta aquí es la visión educativa desde la Pedagogía de la Intencionalidad, los elementos compositivos del aprendizaje intencional en el paradigma educativo siloista. Quienes quieran saber con más detalle sobre esta visión, pueden leer la producción sobre el aprendizaje que nombramos al principio “…”que lo encontrarán en nuestra web y, claro, el Libro de Pedagogía de la Intencionalidad que aquí trajimos algunos ejemplares.

 

Cierre:

 

Meditación acerca del Quién soy

 

Ahora sí y ya para ir cerrando, quisiéramos invitarlos, a quienes quieran, a acercarnos a una experiencia con una meditación incluida en el libro El Mensaje de Silo. Una práctica que no requiere una larga preparación ni capacitación previa, pero sí el claro propósito de contacto con lo profundo de la conciencia: la meditación del “Quién soy”.

Comenzaremos distendiendo el cuerpo, el corazón y la mente. Podemos entornar los ojos si les parece, para concentrarnos mejor, por un par de minutos nada más. Aflojamos el cuerpo, calmamos el corazón, aquietamos la mente…

Entonces, meditamos sobre la frase: “No dejes pasar tu vida sin preguntarte: “¿quién soy?””.

Tal vez vayamos obteniendo diferentes respuestas, respuestas que se reemplazan unas a otras, sin convencernos completamente cada vez…

Nos preguntamos: “¿Quién soy?”, dejando fluir las respuestas… dejando fluir…

¿Soy un nombre y un apellido? ¿Un número de documento?…

¿Soy el mismo a la mañana, que a la tarde o a la noche?…

¿Quién soy… padre, madre, hijo, hermano, amigo, compañero… nada de eso, o tal vez todo eso y mucho más?…

¿Quién soy… soy este cuerpo? soy mis pensamientos?

¿Quién soy… más allá de las formas y los nombres?… soy alguien que podría evolucionar sin límites?

¿Soy el objeto o soy el acto… el mirado o el que mira?…

¿Quién soy?

¿Quién somos?…

¿Qué Es?…