El tres veces presidente de los Estados Unidos de Norteamérica Franklin Delano Roosevelt combatió el abrumador peso de las corporaciones sobre las políticas gubernamentales. Tuvo que sacar a su país de la peor recesión económica de la historia, superar el tenebroso crack del ’29 que continúa haciendo temblar a los economistas.

Roosevelt denunció al complejo militar-industrial y al resto de corporaciones monopólicas por su absoluta falta de visión de futuro, por tener planes de corto alcance y que tenían como beneficiarios a pequeñas élites en detrimento del conjunto de la población. Para contrarrestar las presiones de estas entidades que se beneficiaron, en su mayoría, con el estado de emergencia general provocado por la crisis, el gobierno dictó leyes para que el Congreso y la Casa Blanca no fueran comprados por el poder económico.

En 2010 el ejército de abogados de dicho poder consiguió que la Corte Suprema de los Estados Unidos habilitara a las empresas y holdings como personas físicas y de ese modo pudieran “invertir” en las campañas electorales y pudieran apoyar a sus candidatos. Barack Obama, con todos sus defectos, es demasiado antimonopólico para las grandes corporaciones que querían asegurarse en el 2012 poder poner al frente de la Casa Blanca a alguien más afín a los intereses corporativos.

Así como no consiguieron derrotar a Obama, tampoco pudieron con Hugo Chávez, Cristina Fernández o el Partido de los Trabajadores en Brasil, donde Dilma Roussef reemplazó en el gobierno de Brasilia a Lula Da Silva. Pero sí obtuvieron la victoria en México, Chile o en el continente europeo, donde bajo la batuta del gobierno alemán se aplican políticas de austeridad que sólo benefician al 1 %.

El empeorador Mariano

España es uno de los ejemplos más precisos de un país controlado por las corporaciones y que es conducido políticamente por obsecuentes del poder financiero y de la planificación sistemática del desguace del estado, la incompetencia y la corrupción.

La presidencia de Mariano Rajoy tiene la virtud de unificar la queja y el reclamo de vastos sectores de la población. Incluso podríamos señalarlo como causante de una oleada de malestar que afecta a la mayor parte de trabajadores estatales. En los últimos meses ha habido reclamos de policías, guardia civiles, soldados, bomberos, jueces, funcionarios judiciales y fiscales; se han tomado colegios, universidades y hospitales, donde se mezclan en las protestas estudiantes, profesores, personal sanitario y pacientes; hubo saqueos a supermercados y huelgas generales y de hambre, desde empleados de antiguas empresas del estado ya privatizados como de alcaldes u otros cargos elegidos en las urnas y que se ven impedidos de llevar adelante políticas que no sean dejar gente en la calle y buscar el pan en los cubos de basura.

Los reclamos han sido muy diversos, pero el denominador común es oponerse a los planes de austeridad que significan reducción de servicios y de personal, cierre de establecimientos enteros, deslocalizaciones y la vulneración de todos los convenios y derechos laborales obtenidos luego de años de lucha contra la explotación y el descuido de la salud y la integridad física de los trabajadores.

Bienvenida solidaridad

Pero esta indefensión que vive el pueblo español también ha despertado la ayuda mutua, la colaboración, la solidaridad y la resistencia a lo inaceptable. Han surgido emprendimientos para buscar soluciones a las duras necesidades de techo y comida, fundamentalmente y se han vitalizado movimientos que parecían exánimes y que vuelven a recuperar las calles.

La Plataforma de Afectados por las Hipotecas es uno de los fenómenos que se ocupa en asesorar jurídicamente a las personas que no pueden hacer frente a los contratos leoninos que les hicieron firmar los bancos, pero también actúan de forma directa para evitar los desalojos. Cientos de miles de familias han sido ya echadas de sus casas por no poder pagar las cuotas, pero incluso los jueces consideran ilegítimas estas prácticas y además del Sindicato Unificado de Policías que protegerá a policías que se rehúsan a participar de desalojos, ahora también son los cerrajeros quienes se niegan a participar de estos atropellos.

Pero también la Sanidad está enfrentando las privatizaciones y los cierres de hospitales, además de negarse a acatar las circulares por las cuales deberían dejar de atender a los pacientes que no tuvieran la Seguridad Social en regla.

Y a esta movilización permanente de la marea blanca se le suma la marea verde de los reclamos del colectivo de Educación que, entre otras cosas, reclama contra el aumento de alumnos por aula en esta política de vaciamiento que lleva adelante el ministro de Educación José Ignacio Wert.

Los recortes en el Poder Judicial también provocan disidencia , no obstante la persecución permanente contra los manifestantes y activistas sociales en todo el territorio español, la idea es paralizar la protesta a través del miedo.

De todos modos, eso no ha impedido que se estén realizando acciones simbólicas de mucho efecto como la acampada en diversas oficinas bancarias o la que persiste frente a Bankia. En estos casos no sólo se critican los salvatajes que recibieron las entidades financieras mientras los ciudadanos son abandonados a su suerte, sino que también se denuncia el aumento enorme de los suicidios, en muchos casos relacionados directamente con los desahucios.

Además de contar con Cáritas para ir a buscar algo para comer, los millones de españoles bajo el índice de pobreza se las rebusca, individualmente yendo a comer a Ikea, por ejemplo, ya que sus menús son los más baratos o generando colectivamente huertos y comedores comunitarios.

Ahora también comienzan a circular listados con restaurantes, hoteles y cantinas, que en vez de tirar la comida sobrante se la dan a las personas que lo soliciten o https://www.facebook.com/asador.lasdelicias.3/posts/110260929143116 sirvan de ejemplos.

Mientras esperamos una reacción de la dirigencia política de enfrentarse al poder dictatorial de las corporaciones y a que rehagan las constituciones que fueran necesarias para contrarrestar la supremacía de los monopolistas, esperemos que la astucia, la audacia y el coraje de la ciudadanía permitan que el descalabro y el dolor sean minimizados y esta novedosa y creciente forma de solidaridad y resistencia generen frentes de acción unificadores y organizados que permitan dar continuidad a esta lucha porfiada y esperanzadora.

¡Los pueblos se ponen de pie!