Es importante captar qué sucede con el sentir de un pueblo cuando comienzan a tomarse medidas que lo engrandecen y le abren la posibilidad futura. Y en la Plaza de los Dos Congresos al sancionarse la nacionalización de la más importante empresa de hidocarburos del país, se sentía la alegría y la fuerza que se transmite cuando las personas son partícipes de la historia que retoma su mejor rumbo.

Muchos militantes que estábamos allí, en los 90´ salíamos a la calle solamente a reclamar, a denunciar y a cuestionar las medidas de unos gobiernos indiferentes al sentir de su pueblo. En ese momento la situación social apremiante nos cerraba el futuro dado que lo imaginábamos cada vez peor. Y hoy también salimos a festejar, a celebrar que se comienzan a concretar importantes conquistas sociales. Y sin dudas, se experimenta distinto, con la alegría de que es posible transformar las condiciones de vida del pueblo.

Es así que con la aprobación por amplia mayoría de la Cámara de Diputados, y luego de un fuerte apoyo en la Cámara de Senadores, se materializó la iniciativa de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de recuperar para el Estado el 51 % de las acciones de YPF. Una demanda de amplios sectores desde su privatización -que comenzó en 1990 y que se vendió a la española Repsol en 1998- y que su concreción cuenta con un importante apoyo popular.

Una medida que favorece los destinos de la política y la economía nacional al recuperar el control de un recurso estratégico como lo son los hidrocarburos, y sacárselo de las manos al capital financiero especulador. Muchos podrán pensar en qué les afecta personalmente esta recuperación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales para el Estado. Pero con sólo ver que el control de la mayor empresa proveedora de hidrocarburos en Argentina esté en manos del capital extranjero, se pueden estimar las consecuencias para la dinámica del país si un día a estos capitales se les ocurre generar un desabastecimiento o simplemente fugarse.

Entonces, al quedar bajo control del Estado el 51 % de la empresa y al declararse de “utilidad pública» la recuperación del “autoabastecimiento energético”, así como la “exploración, explotación, distribución y comercialización de hidrocarburos” ya no son los capitales especuladores los que decidirán. Decidirán los gobiernos que electos democráticamente garanticen la soberanía energética del país.

Y un pueblo que avance en su capacidad transformadora, en su conciencia de la herramienta de la intencionalidad con la que cuenta para decidir sobre su futuro, exigirá a esos gobiernos que manejen YPF para favorecer al conjunto de los argentinos. Que se reinviertan sus ganancias para generar más producción, que se convierta al petróleo en un insumo básico para el crecimiento del país, para su autoabaestecimiento y para cubrir las necesidades del conjunto de la población.

Empieza una nueva etapa para la empresa petrolera más grande de Argentina. Es un gran avance, luego se puede ir por más. Por su completa nacionalización, por la participación de usuarios y trabajadores en las decisiones de la empresa. Si el conjunto del pueblo se mantiene atento, activo, participativo e informado podrá acompañar este proceso histórico para que todo se encamine hacia la defensa de esta conquista y hacia su profundización en dirección humanizadora.