«Quiero comenzar agradeciendo a quienes han hecho posible nuestra participaciòn hoy acà y diciendo que hablo en nombre de Pressenza, una agencia internacional de prensa especializada en noticias sobre la Paz, la No-violencia, el Humanismo y la No-discriminación.

Informamos sobre el desarme nuclear y convencional, el retiro de tropas de territorios ocupados, la prevenciòn y resoluciòn de conflictos por medios no-violentos, así como del avance de los pueblos en sus conquistas sociales, culturales y políticas. Difundimos estudios y análisis que contribuyan a la paz mundial y a la superación de la violencia y la discriminación en todas sus formas. Cubrimos las manifestaciones que promueven la No Violencia en el campo social, económico, cultural, religioso, interétnico, de género, psicològico, etc… Nuestra agencia tiene carácter internacional y cubre noticias de todo el planeta, privilegiando una óptica humanista multicultural. Establece convenios de colaboración y alianzas con otras agencias, vínculos con diversos portales y con otros medios de comunicación.

Hoy en día los grandes consorcios bancarios, industriales o de servicios tienen en su poder a las empresas mediàticas orientadas a la formaciòn de la opiniòn pùblica. Tal como afirma el pensador argentino Silo en su “Sexta Carta a mis Amigos”: “Un capital especulador se ha ido concentrando mundialmente, todos mendigan la inversiòn y dan garantìas para que la banca se haga cargo de las decisiones finales. El gran capital domina no solo la objetividad gracias al control de los medios de producciòn, sino la subjetividad gracias al control de los medios de comunicaciòn e informaciòn. En estas condiciones, puede disponer a gusto de los recursos materiales y sociales convirtiendo en irrecuperable a la naturaleza y descartando progresivamente al ser humano. Para ello cuenta con la tecnologìa suficiente. Y asì como ha vaciado a las empresas y a los estados, ha vaciado a la Ciencia de sentido convirtièndola en tecnologìa para la miseria, la destrucciòn y la desocupaciòn. ”

En este contexto, la tan boyada «objetividad periodística» resulta encubridora de las desigualdades, de la desocupaciòn, la explotaciòn, el racismo y las discriminaciones, de la intolerancia y la violencia cotidiana en la que viven millones de seres humanos, para servir al negocio mediático que moviliza a diario el mercado de la información a escala global. El accionar de los grandes conglomerados de medios (tanto a nivel local como internacional) no está orientado a servir al interés de la sociedad sino a servir al interés de los grupos económicos dominantes, que constituyen su mayor fuente de financiación y rentabilidad.

Los DDHH estan vaciados por completo de contenido cuando se los esgrime como argumento que justifica bombardear países. La mirada que cada medio expone sobre los DDHH es su rúbrica y su dirección. Si los que los atropellan son solamente los líderes contrarios a los valores establecidos, si no se puede designar la ocupación de territorios como el mayor y más flagrante atentado contra los DDHH, si no se puede criticar a los Estados Unidos, a Arabia Saudí o a China por utilizar la pena de muerte, a Francia por sus expulsiones racistas, a los monopolios y las empresas contaminantes como generadoras de desigualdades insostenibles a nivel global, que provocan hambrunas, migraciones, genocidios, explotación y terrorismo, no se estan tratando los DDHH. Si todo esto, junto a los sistemas económicos y políticos imperantes no pueden ser considerados como altamente violadores de los DDHH, caemos en la hipocresia y los eufemismos.

Hablar de Norte y Sur en estas condiciones es incorrecto. Lo que separa los discursos, las líneas editoriales es la concepción de los DDHH y quiénes deben respetarlos. A partir del trazado de esa línea divisoria, se puede valorar la historia y no juzgar o justificar desde una concepción moralista afín a los intereses financieros internacionales.

En Latinoamérica, los pueblos han elegido gobiernos que se oponen a estos poderes establecidos, recibiendo como compensacion el atropello y la desacreditacion. Tal es el caso, por ejemplo, del tratamiento que ha hecho la prensa del proceso polìtico encabezado por el aymara Evo Morales en Bolivia, en el que la oposiciòn màs tenaz no ha mostrado su rostro sólo en el Congreso sino en los kioscos y las pantallas de televisiòn, desde donde se han degradado permanentemente sus polìticas de inclusiòn social e igualdad interètnica.

Y lo mismo sucede en Argentina, donde el poder del grupo Clarin frena a través de argucias legales la implementacion de la Ley de Medios Audiovisuales que permitiria el acceso a la comunicacion masiva de muchos sectores excluidos por los medios de comunicacion.
Un ejemplo del accionar inescrupuloso de Clarin es la no inclusion en la grilla de los canales de cable del canal infantil «Paka-Paka», impulsado por el Ministerio de Educación de la Nación para tener una programacion sin publicidad y de contenidos creados especialmente para los argentinos, que habla la lengua del lugar, rompiendo con el modelo de estereotipos impuesto por los Estados Unidos.

Tambièn en Ecuador, en Brasil y ni hablar en Venezuela los poderes concentrados han utilizado todos los recursos a su alcance para influir en la subjetividad y torcer el destino de mayor igualdad al que se aspira en la region. Recientemente la cadena CNN ha cercado de tal modo al candidato de Gana Perú, sometiéndolo en la entrevista a un interrogatorio que por su forma y contenido descalifican a la periodista, confirmándola como operadora política al servicio de la Casa Blanca.

Sudamérica se ha cimentado sobre los DDHH para la construcción de sus sociedades, desde Argentina hasta Venezuela, pasando por Bolivia, Brasil y Ecuador, sin olvidar tampoco a Uruguay, Paraguay y ahora Perú. Cada caso diverso y propio, pero todos poniendo por delante de sus políticas de estado los DDHH y atacando de forma integral todos los frentes, todas las violaciones. En algunos casos la nueva política ha empezado por su pasado impune, pero con la mirada puesta en el futuro. Las declaraciones de Evo Morales o de Cristina Fernandez son estiletes contra las corporaciones y los monopolios que lucran con la pobreza, la salud, la jubilación y las guerras, mientras sus políticas avanzan velozmente para desalinear a nuestros países del modelo de desarrollo imperante.

Ese modelo cuestionado por grandes conjuntos humanos que se movilizan activamente en favor de sus derechos, desde los Mapuches a los Qom, de la plaza Tahrir a la Puerta del Sol, una nueva generaciòn toma el espacio público, una juventud sin futuro alza su voz una y otra vez, clamando por mejores condiciones de vida que permitan salir del dolor y el sufrimiento con el que se ha condenado a las grandes mayorías de nuestro planeta.

La actitud de lacayo ante los intereses económicos resta credibilidad a la informaciòn manipulada y se le reconocen sus intenciones. Se desconfia de las noticias “oficiales” y la gente de muchas latitudes ya busca ella misma informaciòn fidedigna. Las noticias confiables que entrega la prensa no alineada, la que no tiene nada que ganar, ningùn negocio que hacer.

Asì se activan también las redes sociales, en las que circulan velozmente las denuncias a los abusos de poder, el atropello injusto a los DDHH y tambièn las convocatorias masivas a manifestar la protesta social ante tal violencia. Como si esa humanidad considerada periférica por los grandes poderes se viniera haciendo cada vez más conciente de su poder real y estuviera apostando por dejar el centro vacío, por dejar de escuchar cantos de sirenas, por tomar el destino en sus propias manos sin importar si con ello hace o no noticia, logra o no el reconocimeinto que tanto se merece.

En resumen, en este nuevo momento en el que se han desdibujado las viejas categorìas de Norte y Sur, siendo reemplazadas por un centralizador poder econòmico que marginaliza a la mayor parte de la humanidad, el rol de los grandes conglomerados mediáticos alineados con ese poder y funcional a él, va perdiendo su credibilidad. Las poblaciones van dejando de escuchar las noticias que manipulan la información y comienzan a optar por recibir directamente y sin intermediación las denuncias de injusticias y violaciones a los DDHH que difunde una prensa independiente, movilizándose para que esas situaciones de abuso terminen, en muchos casos buscando terminar incluso con los usos impuestos. Buscando construir un nuevo futuro».