Por Thalif Deen

El aumento en términos reales fue de 5,8 por ciento para América Latina, comparado con 5,2 por ciento para África, 2,8 para América del Norte, 2,5 para Medio Oriente y 1,4 para Asia.

En Europa, la única región en registrar una reducción, el gasto militar bajó 2,8 por ciento en términos reales en 2010, en comparación con 2009.

Los más gastadores en América Latina son Brasil, Chile, Colombia y Perú.

«En Brasil y Chile, el aumento del gasto militar se asocia principalmente con las aspiraciones de una presencia regional e internacional más fuerte, pero sin ser necesariamente el reflejo de un poderío militar en competencia», dijo a IPS la investigadora Carina Solmirano, experta en América Latina del proyecto de Gasto Militar del Sipri. De todos modos, el año pasado América Latina gastó solamente 63.300 millones de dólares en cuestiones militares, en comparación con 721.000 millones de América del Norte, 382.000 millones de Europa, 317.000 millones de Asia, 111.000 millones de Medio Oriente y 30.000 millones de África, según el informe del Sipri.

El estudio también explica que parte del aumento que protagoniza América Latina se debe al fuerte crecimiento económico que la región ha experimentado en los últimos años, mientras que en otras zonas los efectos de la recesión económica mundial hicieron que el gasto militar cayera o por lo menos se enlenteciera en 2010.

América Latina no enfrenta ninguna amenaza militar importante y los motivos de estos incrementos tienen que buscarse en otra parte, sostuvo Solmirano. Por ejemplo, señaló que Brasil busca activamente un rol más destacado en la política internacional y un escaño permanente en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

También es una potencia económica regional y, en algunos sentidos, el líder de la región, agregó Solmirano.

En Chile, las fuerzas armadas se han beneficiado del aumento de las ganancias derivadas de la exportación de cobre, lo que explica por qué el país pudo adquirir armamento tan sofisticado en los últimos años.

«Como decimos en el informe, si se elimina la ley del cobre es muy probable que empecemos a presenciar un enlentecimiento en las importaciones de armas», dijo Solmirano.

Según la «Ley Secreta del Cobre», que ahora ha sido abolida, alrededor de 10 por ciento de las ganancias derivadas de ese metal se destinaban específicamente a la compra de armas.

Actualmente esa norma es reemplazada por un nuevo sistema para financiar la compra de armas, que probablemente sea administrado por el Ministerio de Finanzas.

A diferencia de Brasil, Chile no necesariamente aspira a convertirse en una gran potencia mundial, pero sin dudas busca tener un rol regional importante, tanto en lo diplomático como en lo económico, dijo Solmirano.

En los casos de Colombia y Perú, las amenazas a su seguridad interna los han hecho aumentar su gasto en defensa.

Los incrementos en el gasto militar no sólo tienen que ver con la compra de armas, sino también con el mantenimiento de las fuerzas armadas.

Una característica peculiar del gasto militar en América Latina es que tiende a estar dominado por los fondos destinados al personal, que habitualmente representan entre 50 y 70 por ciento del presupuesto, establece el estudio.

Argentina, por ejemplo, incrementó 6,6 por ciento sus inversiones militares en 2010, en buena medida debido a aumentos salariales, ya que la compra de armas fue muy baja, dijo Solmirano.

De hecho, la maquinaria militar de Argentina es tan anticuada que algunos expertos sugieren que es necesario comprar más armas antes de que todos los equipos se vuelvan obsoletos.

El Ministerio de Defensa de ese país señaló el año pasado que en los próximos años se destinarán más fondos a modernizar las fuerzas armadas.

Venezuela redujo por segundo año consecutivo su gasto militar en términos reales, y esa disminución está asociada a la contracción económica del país, según Solmirano.

Aunque casi todas las economías de América del Sur crecieron en 2010, la venezolana se contrajo. Sin embargo, es demasiado pronto para decir si la caída del gasto miltiar continuará en el futuro, planteó Solmirano.

Mientras, a la luz de la tendencia al alza del gasto militar en América Latina, en 2010 hubo nuevos llamados a mejorar la transparencia.

La Organización de Estados Americanos (OEA) y la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) se comprometieron a fortalecer los mecanismos existentes en materia de transparencia, como la Convención Interamericana sobre la Transparencia en Adquisiciones de Armas Convencionales, y para que los estados miembro reporten regularmente sus gastos militares y sus compras de armamento ante el anual Registro de Armas de la ONU.

El estudio del Sipri también señala que algunos países vecinos en América del Sur han firmado acuerdos bilaterales para armonizar el reporte de sus gastos militares –por ejemplo, Ecuador y Perú, y Perú y Chile–, como forma de crear confianza y potenciar la transparencia.

Por lo general, la mayor parte del gasto militar se destina a gastos recurrentes, es decir salarios y beneficios que se pagan al personal, y a costos de operaciones en curso, dijo a IPS el investigador Samuel Perlo-Freeman, jefe del Proyecto de Gasto Militar en el Sipri.

*Fuente: IPS*